Según aprendí en una clase sobre Hegel… que describir lo que estás recordando es volver a vivir. Porque él estando en el punto “b”, hablaba de su camino ahí desde el punto “a”. En tal caso si recordar es volver a vivir, hace poco, justo unos minutos he vuelto a vivir una inmensidad de cosas.
La historia por algo apasiona a la gente. Cuando se narra un recuento de los hechos que alguna vez fueron crónicas frescas, siempre debe ser conmovedor. Como lo fue mi salto al pasado. Y como lo es en esa máquina del tiempo que todos tenemos como bien plantea Wells.
Entonces mi máquina del tiempo neuronal la verdad está dañada. Necesitaba un estímulo que la hiciera lograr el viaje. Ese fue la bandeja de mensajes leídos de mi correo electrónico. Antes, supongo hubieran sido un montón de cartas de papel escritas a mano, guardadas en una caja de zapatos que en algún momento de mi vida tuve que quitar de las profundidades del closet porque quería hacer espacio o simplemente limpiar.
Que por supuesto el olor a papel viejo y tinta añejada hubiera sido mucho más estimulante que una serie de datos representados en una fría y moderna pantalla. Pero bueno, no hay de otra, la tecnología posibilita muchas cosas pero en el camino le quita el romanticismo a los recuerdos. Le quito el objeto pues, lo material. Ni modo.
Total que leí algunos de los correos que recibí de un par de personas que aprecio. Un par ya no están en mi vida y hace mucho no sé nada sobre su presente y ya algo de pasado acumulado. De otra más muy de vez en cuando me entero en qué anda.
La que me intrigo fue esa persona que a veces puedo ver. De la que muchas veces olvido su pasado y en otras tantas no sé nada respecto a su presente. Me intrigó saber esto de esa persona.
Que a pesar de que la veo seguido a veces no la reconozco. No platico con ella mucho y menos le pregunto ¿cómo estás?
Esa persona es rara. A veces se me olvida dónde la conocí o de qué hemos hablado. A veces lo que me ha contado de su vida se me esfuma de la cabeza. Y otras tantas recuerdo como si fuera ayer algún dato que creía perdido en el abismo de la memoria. Me da gusto cuando pasa. Pero no siempre es un buen recuerdo rescatado. Muchas veces me atormenta contándome que no era así como imaginaba el futuro.
Porque es algo curioso, esa persona muchas veces se la pasa pensando en lo que está por venir. Sin mucho considerar lo que ya llegó y se fue. Y menos casi siempre sin darse cuenta de quién es ahora. Esa persona que me hace enojar y me hace reír y llorar. Esa persona que ha muerto y recuerdo de vez en cuando con el corazón oprimido. Pero que siempre me deja una sutil sonrisa en el rostro porque sé que si no hubiera muerto hoy yo no sería quien soy.
Ultimamente he tenido muy presente esa sensación tan abrumadora de que ya no hay nada o casi nada original. Esa frase que sentencia que no hay nada nuevo bajo el sol, bien cierta, sólo deja lugar a formas de decir, hacer o concebir distintas. Pero en realidad ¿no hay nada nuevo? Que la ciencia lo decida. Para mí, sé que no soy original, ni haré cosas inéditas. Es más, a veces creo que todo lo que pienso ya fue pensado.
Pero de todas formas tengo ganas de compartirlo. Porque sé que soy producto de millones de influencias. Si hablo de una forma es porque he aprehendido formas de otras personas. Así mi gusto visual en diseño, cine, estética humana, estética artística, colores y en general, es resultado de todo lo que he visto ajeno.
Si tengo una idea es porque he juntado en mi cabeza ideas ajenas a mí, que lei, escuché, vi, presencie o lo que sea. Trato de no repetir, de no ser raptor de méritos ajenos y de hecho nunca lo he hecho así. Y hoy he despertado como los últimos varios días, con ganas de escribir.
Entonces pensando en ello ¿qué podría escribir y para quién? ¿Por qué?
Todas las pregutnas me recuerdan a un personaje de un libro que ya he mencionado. José GArcía. Creado por Josefina Vicens para su libro El Libro Vacío. Un individuo que no puede dejar de escribir. Y lo voy a citar:
"Confiesa que tu necesidad de hacerlo es mas fuerte que tú, olvida tu desorbitada ambición de escribir un libro que a todos interese; acepta tu verdadera medida y comprende que si no has escrito otra cosa es porque sólo puedes referirte a lo que es tuyo: los recuerdos que estremecen, contentan o lastiman tu corazón, los opacos sucesos de tu vida diaria y tu relación con unos cuantos seres humanos que coincidieron en tu pequeña órbita. Eso es lo único que te pertenece, lo único que conoces, lo único que comprendes, y por tanto, lo único que puedes expresar. tal vez logres algún día inventar un suceso. Lo que no lograrás inventar es la emoción que te habría producido ese acontecimiento si lo hubieras vivio."
Yo como todo ser normal y ordinario, alguna vez tuve una ambición que más bien era una especie de ilusión de ganarme la inmortalidad, de aquella que habla Milan Kundera. PAra la cual a veces aplicaba de manera cándida el método de la suma y la resta.
Sí, quería ser recordado, tal vez no como José García quería escuchar a la gente decir -¿Ya sabes del nuevo libro de José García?- Pero sí que alguien a quien nunca en mi vida conoceré, supiera de mí. Y que me recordara por algo que hice.
Hoy sé que no soy ni seré ningún genio. Pero hoy también sé que me quiero expresar de otra forma a la que siempre lo he heecho. Y por eso estoy aqui solo, escribiendo.
Sólo escribiré por el mero acto de expresar lo que me pertenece y lo que se me ocurre. Escribiré para solitarios siendo yo uno. Conversaré con la posteridad.
Y sobre todo viajaré mucho al pasado, que es de donde vengo. Que es lo que me ha hecho hoy estar aqui. Porque estar a la vanguardia del mundo, en el internet, en donde el año dura menos de 90 días, creo que nunca lo podría hacer.
Por lo tanto aqui está mi basurero de textos. Donde practicaré lo más que pueda para algún día no ser tan mal redactor. Algún día poder ser de menos elocuente.
Mientras tanto aqui estoy construyendo ese yo tan escondido, tan abrumado, tan limitado y casi invisible, para ver si lo encuentro.
Cada que hablo de consultar algo con mi terapeuta me siento más moderno y a la vez más viejo.
No sé si soy yo o algo hay en el aire pero muchos comunicólogos terminamos yendo al psicólogo. Y los que no lo hacen deberían. Y tal vez es un lujo moderno, muy de la invisible clase media. Como aquello del estres. Pero mientras lo descubro sigo yendo.
La verdad, últimamente he descubierto que un buen libro es más efectivo que un buen psicólogo. Sobre todo cuando el libro lo escribió ya sea un psicólogo o un psiquiatra. Bueno no en todos los casos, porque los de autoayuda sí me dan mucha hueva.
Menciono lo anterior porque, resulta que a mi terapeuta (y lo posesivo no me lo ha quitado) la iban a operar. Por lo que ya no la he ido a ver. Así que me puse a leer más de lo acostumbrado. Porque pensar ya es moneda corriente.
...
Los tres puntos anteriores indican que tuve que interrumpir el blog. Y esto indica que ya no recuerdo nada de a lo que quería llegar cuando empecé.
Pero leyendo, me doy cuenta de que las personas poseemos a las personas. Todos hablamos de mi novia, mi novia, mi mamá, mi papá, mi hermano...
No sé si cuando hablamos la mayoría nos demos cuenta de en realidad qué implica lo que decimos. Hay poca gente elocuente, los envidio.
Será cosa de lo que la propiedad privada le trajo a nuestra lengua. Será que la lengua se va adecuando a la forma de organización política, económica y social.
Será que la costumbre es mala porque nos pierde mucho en tradiciones que luego no entendemos.
Por fin puedo detenerme a captar la idea de decir tuve novia. No la tuve hasta donde ahora sé. Siempre fue libre. Lo que sí tuve fueron celos porque a pesar de que decía que era mia, mi novia, sabía que no lo era.
Ahora entiendo que hablaba tan rápido, que los celos eran tontos y resultado de una frustración. La que venía de la disonancia del tenerla.
Supongo que uno tampoco tiene hijos, los hace. Porque ni esos son nuestros por mucho que le pongamos nuestros nombres.
Tal vez la tecnología que nos hace tener que ser más breves y además hablar más rápido no nos da tiempo para pensar bien lo que en realidad queremos decir. Chance ya ni sabemos lo que queremos decir.
Porque sé que no se pueden tener personas. O de menos creo que no se puede de una forma tan sencilla que se exprese mediante el verbo tener.
Porque la esclavitud según esto se acabó. Bueno creo que no, sólo se modernizó. Pero si hasta en las relaciones de pareja cuando sabemos que no tenemos hacemos berrinche, entonces andamos algo errados en nuestra forma de hablar.
Ya creo que a partir de ahí soy más libre.
Lo que me preocupa que ya hasta me da vergüenza vivir diario cuando ando de metiche, es oir la manera de expresarse de la mayoría de la gente más joven que yo.
Nombre... en el pesero iba parando oreja al meritito chisme melodramático. Entendí más o menos el embrollo porque no puedo negar la cruz de mi parroquia. Yo también hablaba así.
Pero el diálogo fue más o menos así:
1. -No mames wey. Ando bien bajoneado.
2. -¿por?
3. -Ps la pinche Luz we.
4. -¿se fue?
5. -Sí wey, se paso de lanza. anda haciendo chingaderas con un cabrón. Y lo culero es que el wey con el que se fue a hacer sus mamadas, chale ps yo siempre me vi bien buen pedo con él.
6. -Chale
7. -Sí wey. La neta me siento bien de la verga. Porque sí la quería un resto. Y así paga la culera wey.
8. -Ps así son las viejas wey. Cuando uno anda más clavado se portan bien ojetes.
9. -Sí cabrón. Pero cabrón eh. Yo creo por eso ya me va a valer madre lo que le pase, no voy a andar ahí de puto viendo qué pedo. neta que se joda yo ya mejor me aplico a mis cosas.
10. -Sí, mejor. Aqui nos bajamos wey tócale.
11. -¡Ah! sí.
Por mi experiencia en ese tipo de dialecto. Muy metafórico. Puedo da runa traducción aproximada.
1. No es muy preciso pero el “no mames” podría según yo usarse como una frase introductoria para abrir el tema, siendo posiblemente sustituida por un ¿Qué crees? La otra parte, lo de “bajoneado” es más sencilla, alude a un estado anímico muy decaído. Como si fuéramos pilas que se descargan. Esa es buena
2. ¿por? Es obvia.
3. La pinche Luz es una expresión natural. Como ya todos sabemos es un adjetivo dedicado a la persona miserable. Muy mexicano el asunto. El “we” bien puede ser una abstracción de buey. Nombre común genérico a cualquier macho, que cuyo uso creo, radica en un señalamiento de identidad. Como para decir que todos somos iguales, nos decimos buey. Esta contracción era usada nada más por hombres cuando iba en la secundaria, pero ahora la he escuchado mucho en mujeres.
4. Esta pregunta yo la entendí como un intento de chiste. Refiriéndose a la típica frase de “se fue la luz”. Por aquella coincidencia de que la mencionada dama lleva por nombre Luz. Nada que ver con la energía eléctrica, que es la que se va en los “apagones”.
5. Aquí dice: Sí (nombre genérico) se pasó de gandaya, de cruel, de desconsiderada, ingrata. Cualquiera podría quedar. En la parte de que andaba haciendo chingaderas podemos recurrir al “chingonario”. El término cabrón hace referencia a un hombre que ya no es el típico “we”. Porque su consideración a la camaradería se vio claramente rota cuando accedió a dama en cuestión. Una cosa muy de posesivos, tradición cultural y religiosa que dice que respetarás a la mujer de tu prójimo y esas cosas, es decir rompió “el cabrón” aquella máxima. Cuando dice “lo culero”, podría haber querido decir que lo más feo del asunto, lo cruel, lo insoportable, lo más desdeñable. Lo de las “mamadas” lo podemos tomar literal o bien como alusión a una serie de actos desaprobados por el joven narrador. Que se sintió herido por las acciones de la chica. Buen pedo quiere decir amable. Cordial o considerado hacia su persona.
6. Chale… una expresión común, muy genérica que en este caso demuestra empatía y sorpresa. Pero también desapruebo.
7. Aquí lo importante es resaltar que sentirse de la verga, entre hombres es sentirse muy mal. Esta composición es algo complicada porque puede tomarse por albur. Siendo la verga el eufemismo favorito de pene. Y lo otro es “culera”. Puede ser el caso, pero no necesariamente se refiere a que la mujer tenga prominentes nalgas dignas de apreciar y de tal observación. Aquí la intención es describirla como desconsiderada. Como una persona mala.
8. Aquí la única aclaración es “clavado”. Ciertamente obvio, cuando uno está muy obsesionado con una persona. Cuando estás hincando el diente en tal menester a un grado excesivo y por lo general perjudicial. Corriendo el riesgo de no ser correspondido. Porque estar clavado no es lo mismo que estar enamorado.
9. Lo notable es la doble significación de la palabra cabrón. Bien es la que designa a una persona muy “chingona”. Muy capaz. Pero también muy cruel y desconsiderada. Y además da una idea de medición de la intensidad de algo. Cuando algo, lo que sea, es muy intenso, está en un nivel de complejidad elevado, es muy fuerte o en abundancia, se dice cabrón. Que puede sustituirse según veo por “un chingo”. Lo demás quiere decir que le va a importar poco. Lo de que no va a “andar de puto viendo qué pedo”, quiere decir que no se va a quebrar ante ella, que no la va a ir a buscar. Que no va a inmiscuirse en la relación que tenga con el otro individuo porque claramente aclaró que ya no le va a importar. Y termina sentenciando que la chica se joda pues, que se amuele, que le vaya mal. Que a fin de cuentas él se va a dedicar a sus asuntos. Este último diálogo entero puede tener varias opciones de interpretación. Pero yo así la entendí, cada quién bien podría entender los detalles como quiera.
En fin. Al parecer el tipo andaba herido por una infidelidad de la que creía suya, su mujer, su amada. Y le dieron celos de que ella se fuera con alguien que en realidad pensó que se portaría como caballero tradicional, al cual respetaba. Y ahí también radia el lenguaje y su consecuencia en la percepción que tenemos de las relaciones y de las personas.
Mala historia muy típica. Y lo gracioso está en la manera de contarla. No cabe duda de que somos más libres cuando somos más elocuentes. Y que también las relaciones de pareja están sobrevaluadas. Citando a un maestro… No hay moral.
Andaba muy conversador con mis progenitores. La verdad la gente con la que vivo me cae muy bien cuando está de buenas y se sabe llevar. Mejor suerte no pude tener. Estoy agusto con ellos, mi familia.
La cosa pues, es que hablabamos de "la suerte". De la manera en que las cosas se acomodaron, una tras otra, para que mi hermano menor hiciera su examen de admisión para la UNAM.
Esa historia es larga. Pero lo que me sorprendió del asunto es que realmente, a pesar de que mi madre y mi padre tienen una educación tradicional católico-apostólico y romana según ellos, pudieron aceptar que la vida y lo que somos hoy, es producto de una serie infinita de coincidencias.
De poco en poco fueron enumerando los hechos. Que uno tras otro, efímeros cada uno, fueron trayendo la consecuencia mencionada.
Así no sólo aceptaron de que la mano de Dios no necesariamente está en todos mentados lados. Sino que además, lo que nos ha tocado de mala suerte es nada más que suerte. Que ni es karma (aunque ellos no le llamarían así) ni es porque alguien nos ande haciendo brujería.
Me dio mucho gusto que lidiaran con la tal suerte. Porque sé que ya saben que cuando nos va rete mal, es un absurdo pregunar ¿por qué a mí?
Y que somos nosotros quienes decidimos a fin de cuentas si la suerte que tenemos nos la merecemos o no. Y que las cosas simplemente pasan por azar y por las deciciones que tomemos. Que la diferencia entre nosotros y otros no es la suerte que nos toca, sino cómo le hacemos frente.
Eso me gustó de mi día.
Somos responsables no sólo de lo que hacemos y decidimos, sino de cómo enfrentamos cuando todo o nada sale como queremos. Y que pedirle a Dios, si bien no está de más, por aquello de las dudas y chicle y pega, no todo es su canija y mentada culpa.
Hoy salimos a caminar unos amigos, mi hermano y yo. En dirección certera pero sin rumbo predestinado. La única idea era que pasaríamos por varios lugares que podrían ser bien el destino. Fuimos dejando un par detrás. Esperando el siguiente fuera lo atractivo suficiente para que nuestros pies dejaran de hacer lo suyo. Y nuestras nalgas soportaran ahora nuestro peso. Siendo la idea llegar a sentarnos.
Pero esa idea no llegaba. Entonces uno de los amigos empezó a cuestionar la existencia de la crisis económica. Decía que –cuál crisis- si él veía que la gente se compraba café de a 50 pesos en la franquicia gringa denominada StarBucks. Total que su argumento iba orientado a que ese era índice suficiente para poder preguntarse en realidad si la crisis es real o no.
El otro amigo agregó para refutar o algo así, que sí, la gente compraba el café de a 50 baros pero que ahora compraban uno para dos. Aludiendo a que la gente ahora iba de a pares. En todo caso en grupos de a número par para que salieran las cuentas.
Mi hermano muy en lo suyo no decía palabra. Y yo pensaba en que ojalá ya llegara el lugar para sentarnos pues el calor de la tarde me estaba haciendo sudar bastante.
Total que entre las formas de probar la existencia o no de una crisis económica, yo me debatía en qué notar más. Primero que el amigo que hablaba de gente que compra café de 50 pesos, no sabe muy bien de la variedad ni de café y cafés, y mucho menos de gente. Y el otro que anotaba que ahora iban de a dos a dividirse el café, aludía tal vez a un fenómeno más complejo. El de preferir comprar de franquicia, que ir a un café donde cada quién podría comprar su propio vasito de café.
La cosa me llevaba por varios lados, porque o la crisis que defendía el segundo nos estaba volviendo más compartidos o yo en mi postmodernismo individualista anti-transnacional-ista defendía la idea de que cada quién su café mientras no sea de franquicia.
No cabe duda de que la franquicia pone más bonito su establecimiento que por decir, cualquier Jarocho de mero Coyoacán. Donde según la última vez que fui cada quién podía comprar su propio café con mucho menos 50 pesos. La opción de compartir claro siempre abierta. Es más, hasta podías invitarle su propio café a alguien, en lugar de la idea romántica de irse a sentar a un sillón de piel y pedir dos popotes.
La cuestión que me empezaba a preocupar, era realmente el índice que habían elegido para comprobar la presencia de una crisis económica. El índice Starbucks. Lo primero que pensé fue que el joven que puso el tema sobre la caminata de banquite, jamás en su vida había pisado zonas marginadas de la ciudad, del sur de la ciudad.
Creo que para él, en su mundo de plazas comerciales y cafecitos de franquicia todo seguía siendo muy normal. Claro, porque quien acostumbra a ir a ese tipo de lugares seguro ni ha de notar la existencia de una forma de vida distinta en la misma ciudad. Donde hay lugares donde puedes comprar café por menos de 50 pesotes y evitarte la balconeada en todo caso, de tener que compartir el café. Según creo que creyó. Pero ni él mismo tenía idea.
Por supuesto que a comprar café de a 50, van muchos tipos de gente. Lo curioso del caso es que ninguno de los dos debatientes conocía bien qué tipo de gente pisaba el café de franquicia como cliente frecuente. La observación conjunta era algo graciosa. La gente que va ahí no ha sentido el peso de la crisis. Pero siempre sí, porque aunque sigue yendo ahí, pues ya se divide el café, se lo comparten. Imagínense.
Lo feo del asunto es que la crisis no se nota en cafés de franquicia a primera vista. Si se dividen el café o no es lo de menos. Lo feo es que para mucha gente la crisis no existe, porque no ve a la gente que la padece diario. Porque para ellos tal vez ni siquiera esa gente existe. La gente que ni para café le alcanza.
La pasarela internacional de clavados de bolsa nos trae mes con mes y semana con semana una crisis nueva. Y tal vez muchos no la sienten porque hemos estado así desde mucho antes que cualquier tipo de crisis extranjera nos hiciera tener que compartir nuestro café.
No cabe duda de que en México existen muchos mundos. En donde habita gente que poco se conecta con otra gente de un mundo distinto. Donde existe bien de lejos la realidad que nos cuentan. Porque ni la que vemos en la tele, con todo y musiquita y post-producción creemos ya. Tal vez México cree que todos somos uno mismo cuando la selección de futbol juega. Mientras no lo hagan todos somos diferentes. Todos le vamos a un equipo distinto y gritamos al son de porras contrarias.
Chance esa es la cosa con nuestro México. Que no sabemos jalar parejos. Que ni el futbol lo podemos jugar con buena calidad y en equipo.
Los dos amigos a fin de cuentas en algo tenían razón, no todo México está en crisis.
Hace rato, cuando me senté frente a la computadora a hacerla de multitask multiorgásmico como siempre, me llegó una de esas sensaciones que se parecen a la euforia. Y esta vez estaba enfocada a realizar un acto sencillo. Poner mis dedos a escribir.
Como siempre pasa cuando eso pasa, pude soltar algunos caracteres que se fueron convirtiendo en palabras y formando oraciones y así, que por supuesto luego borraba. Pasó muchas veces y pensaba que como en el libro vacío, escribiría nada más para mí. Pero, también como en el mismo libro resulta que siempre no. Entonces bien pude convertirme en el tal García.
La cosa es que luego de robarle a mi vida unos minutos para perseguir una inmortalidad que no alcanzaré más allá de mis conocidos, me puse a pensar en lo que me podría estremecer. Así sencillito, hacer sentir. Que no fuera físico claro, porque eso ocuparía poner una clasificación de contenido para adultos, lo cual es tentador y seguro algún día narrare interacciones carnales.
Total, que por ejemplo una composición de instrumentos de cuerda son de esas cositas que siempre provocan una emoción que se acerca al anhelo del ser más grande espiritualmente(ay que mamón se lee eso). Una cosa tipo mashup de nostalgia con euforia y esperanza. Chance por eso las notas largas de violines, violonchelos y demás, están presentes en ciertos clímax y epílogos de cierto tipo de géneros cinematográficos. Las que más me han gustado están en Barry Lindon y La princesa Mononoke.
Hay muchos ejemplos más. A veces me llama la atención lo que la gente hace cuando creen que nadie los ve. Cuando hacen gestos en lo que creen su muy pública intimidad. Como el individuo que se ríe de una desgracia ajena. Los que se apenan de que los ven cuando son protagonistas de la desgracia. Los que en el metro leen y se ríen solos. Los asustados, los paranoicos. En fin. Eso me agrada, ver a la gente cuando son sólo personas. Que se dejan ver como son sin la típica máscara de norma moral o ética o social. Que es lo irónico, cuando por la misma norma muestra por segundos lo que son. Eso me hace sentir más normal.
Y así, también un paisaje que me recuerde lo insignificante que es el ser humano. Como una noche híper estrellada. Una montaña híper grande y así. Como un libro. Una canción, y ni tanto la canción entera. Sino esa frase que te llega al centro en el momento justo. Esa frase que gritas una y otra vez. Esa frase clímax de la emoción. Que cuando la escuchas lloras. Que cuando la gritas te desvives.
Y así. Como estar en Pennard Hill, sentado así viendo. (Vía lot105)
Libro Vacío. Josefina Vicens Me lo prestó una amiga muy estimada. Gracias
Vamos a partir de que somos animales. Hay algunos más animales que otros, pero a fin de cuentas mamíferos. Y nos hemos posicionado en la cima de la red alimenticia (red trófica) de cada ecosistema.
Existen variantes y podemos identificar a los vegetarianos y a los demás, es decir quienes comen sólo plantas y quienes comen a otros animales. Sin importar el hecho de que a veces la comida de los unos defeque sobre la comida de los otros, no podemos negar que la comida de los segundos es la base alimenticia donde la red se inicia.
Hoy es tan fácil comer. Si tuviste suerte cuando eras pequeño sólo te sentabas en la mesa y tu madre o padre o lo que tuvieras te servía el plato de comida. Carne, huevo, pescado, ensalada, puré, etc. Todo ya estaba bien cocidito, frito, asado, hervido y/o mezclado.
A medida que creces te das cuenta que ya existen empresas que sustituyen al que te alimentaba y todo lo pone bien empaquetado y listo para servir. A veces con sólo agregar agua. La comida ya la encontramos en estantes de un súper mercado o hasta la tiendita de la esquina. La encontramos en latas, frascos, empaques de unicel. La encontramos deshidratada, pre-cocida y hasta pre-horneada.
Hoy, la comida está en todas partes. Hace varios años empezamos a comer en lugares especializados en preparar a cualquier tipo de ser vivo a nuestro alcance para servirlo en un plato a la mesa. Llevamos años perfeccionando el negocio, ahora es una industria. Hasta hay gente que estudia y se especializa en el arte de preparar comida. Comer es industria. Y comer se ha hecho día con día más y más fácil.
Bueno, esto pareciera así pero en realidad se ha simplificado el proceso por una parte, por otra, el acceso es una cosa muy distinta. Antes, cientos de años antes, nacías y tu madre te alimentaba. Ya más grandecito tu padre y tus tíos te enseñaban a cazar. Y eso era todo, a los 6 o 7 años eras capaz de obtener por tus propios medios tus alimentos. En cambio ahora para ganarte tu comida debes estudiar varios años. Esto lo recuerda bien aquella película llamada “Los Dioses deben estar locos”.
Y sí deben estarlo. No somos muy conscientes de qué demonios es lo que comemos. Pero todo o casi todo lo que nos llevamos a la boca (sin mencionar que la tecnología nos puede proveer alimentos sintéticos) proviene del reino animal. Y todo esto, afecta el clima.
Sí, los animales nos han inspirado de muchas formas. Y al parecer no hay falla en el dicho que menciona algo sobre conquistarnos por el estómago. Dejemos de lado que el jaguar y el águila representaban la fuerza, fiereza y destreza de los guerreros aztecas más hábiles. Y olvidémonos de Osiris, Anubis y Ra. Comemos animales. Y estos son nudos en la red (trófica), una red compleja que si estiramos demasiado puede traernos consecuencias que nos pueden quitar el apetito.
Hay culturas en nuestra torpe especie que creen que comer ciertos animales les provee de cierto estatus y fuerza extra que los hace sobresalir. Y un ejemplo de esto lo encontramos en la cada vez más famosa sopa de aleta de tiburón.
Nuestros amigos chinos, (me pregunto dónde está el depredador de los chinos) son súper adictos a la mentada sopa de aleta de tiburón. Tanto que creen que es símbolo de salud y prestigio. Una sopa de aleta de tiburón va de los US$13.- hasta los US$400.- mucho depende del tipo de restaurante. A pesar de ser muy codiciada no muchos podían pagarla.
Pero las cosas han cambiado desde que se estableció la República Popular China. Así es, hace algunos 25 años los líderes chinos iniciaron una reforma política para controlar el comercio exterior. Y han crecido económicamente.
El crecimiento sin precedentes del comercio exterior de China se manifiesta en su
relación con el Producto Interno Bruto, la cual pasó de 3 por ciento en 1980 a 36
por ciento en 1997 y a 40 ciento en 2002.
Las importaciones globales aumentaron de 42,300 millones dólares en 1985
a 381,600 millones en 2003, mientras que las exportaciones crecieron de 27,400
millones en 1985 a 413,200 millones en 2003. En este periodo la tasa de
crecimiento fue superior al 15(%) anual. En 2003 el comercio exterior de China
(794,800 millones de dólares), fue el tercero a nivel mundial, por arriba de Japón y
superado solamente por Estados Unidos y Alemania.
Extraído de: “El comercio exterior de china.
Una perspectiva mexicana
Roberto Hernández Hernández
Departamento de Estudios del Pacífico
Universidad de Guadalajara
Guadalajara, Jalisco, México”
Lo que se traduce en que ahora nuestros amigos de ojos rasgados tienen un poder adquisitivo mayor. El consumo de la sopa de aleta de tiburón ha aumentado. Y claro las leyes del mercado están hechas para satisfacer y jugar con la ley de la oferta y la demanda.
De 1990 a 2003, las exportaciones mundiales de productos derivados del tiburón se doblaron hasta 86.500 toneladas con un precio de casi 250 millones de dólares. En 2003, Panamá, Costa Rica y España desbancaron a Dinamarca, Alemania y Noruega en la lista de los diez principales países que exportan tiburones.
Extraído de: “Alerta sobre tiburones
El impacto de Europa en las
poblaciones de tiburones”
Sonja V Fordham
Los efectos de esto son varios. La pesca del tiburón es cruel. Ya que la aleta vale más que toda la carne, los condenadotes pescadores las cortan y regresan al animal, muchas veces todavía vivo, al agua. Esto porque si guardaran todo el tiburón, cabrían menos kilos de aleta a bordo. Lo utilizable y lo que tiene más valor del tiburón es menos del 5% de su masa total. Todo sea por economía.
Recordemos la red trófica. El tiburón es un depredador. Y como tal, controla la cantidad, a su vez, de otros tantos depredadores. La excesiva caza de tiburones ha hecho que aumente la población de otro punto de la red trófica. Es decir que hay más depredadores de otros peces.
Un ejemplo sacado de “Alerta sobre tiburones” El impacto de Europa en las poblaciones de tiburones de Sonja V. Fordham. “La disminución del tiburón tigre en un ecosistema tropical provocó la disminución del atún… …porque el tiburón tigre mantenía en equilibrio la población de otros depredadores de atún.
Hasta ahora pareciera que no hay problema, al fin y al cabo a mí el atún ni me gusta tanto. Sin mencionar que, como muchas cosas de esas que comen los vegetarianos, en mí salen tal cual como entran. Y una vez más ¿el clima qué?
Ahora bien, antes del clima. Si quitamos a los tiburones quitamos un gran depredador. Quitando a este depredador aumentan otros depredadores. Recordemos que el pez más grande se come al chico. Ahora entonces, hay cierto tipo de pez que no come pez, sino que devoran algas. Estas algas cuando no son tantas dan vida a los arrecifes corales que se alimentan por medio de su fotosíntesis.
Pero si hay muchas algas, la historia es distinta y los arrecifes de coral se enferman y mueren. Así entonces tenemos que mientras menos tiburones más peces que comen peces que comen algas y por tanto más algas, lo que es igual a algo así como menos arrecifes.
Corte a: El clima.
Todos sabemos que un huracán se alimenta de agua. Mientras más agua tenga más fuerza el huracán cobra. Así la marea y así las olas. Entonces, cuando nos quedamos sin arrecifes evidentemente el nivel del agua es mayor. Las costas se erosionan más por el efecto de las olas. Y un huracán, al tener más agua disponible, tendrá una fuerza destructiva mucho mayor.
Pareciera indicar que los huracanes son un efecto de la apertura comercial que llevó a cabo la República Popular China. En realidad no podemos decir que sea así. Porque no hablamos de una cadena de eventos sucesivos y únicos que representen eslabones. Hablamos de una red. Así como la rana no sólo come hormigas y el arrecife no sólo desaparece por el exceso de algas.
Existen múltiples factores que hay que considerar para estudiar los efectos de todo en todo. Pero los datos ahí están, es una razón más para voltear a ver qué comemos, qué come lo que comemos y cómo esto nos afecta. Esto es sólo un ejemplo de cómo todo conocimiento, todo ser humano y toda cosa que existe en este mundo está relacionada de una forma. El efecto mariposa.
De cualquier forma, yo prefiero no comer sopa de aleta de tiburón.